La mística secreta de Antonio Agudelo, El atleta del abismo
La mística secreta es el fenómeno que mueve a Antonio Agudelo para dar a luz sus poemas. Ella lo ha llevado a reconocer en la historia la huella inmotivada de nuestros orígenes, se hace manifiesta en sus letras hoy y no teme enunciar antípodas que en su pecho transparente convergen en una voz poética dueña ya de sí misma.
Aún cuando El Atleta del Abismo, pueda ser considerado como un mundo poético con leyes propias e independientes estremecimientos subterráneos, los ecos de una herencia ancestral pueden ser escuchados a través de la niebla poética de la justicia y de la fe en los hombres. Estos ecos, son las voces de nuestros maestros, de quienes nos enseñaron a escuchar el cauce del alma del Arte que es —en su propio límite—, la honestidad. Si leemos cuidadosamente la poesía viva y condensada en los libros de Agudelo, daremos fe de la verdad proclamada por Paul Valéry: “Un poeta nunca se termina, solo se interrumpe”. En consecuencia, ésta poesía parece admirar su ser en un espejo y buscar constantemente el fuego y la luz que le son esenciales y que no terminan nunca, sino que solo se interrumpen en la necesaria respiración de su mente, al final de cada poema.
Agudelo parece practicar en su poesía una grácil “ética de la forma”, que supone en esencia un ejercicio de transformación espiritual sin el cual, la literatura quedaría vacía y relegada a una lectura estéril —de documento arrastrado tempranamente al frío de la autopsia—, y que en todo caso omite las leyes fundamentales de la sensibilidad artística. Es el propio espíritu del poeta el que se conturba en estos versos bajo la luz clara de la luna e incesante. Inscribe en un altar —acaso imprecisable—, ese abecedario rúnico que sobrelleva en sus márgenes a los seres que ante la voracidad mineral del mundo viven y sueñan, aman, mueren y olvidan.
Poemario de personajes.
Los personajes que la obra de Agudelo nos presenta viven en nosotros desde la primera lectura, obrando el loable milagro de la transmutación espiritual que esta ética universal secunda a través de la belleza, la fuerza de la forma y la metáfora que presta sus infinitos límites al mundo que íntimamente somos acaso sin saberlo.
Es pertinente señalar el leitmotiv humanista que hace de la poesía de Agudelo una lectura urgente de nuestro tiempo. Los poemas de este poeta están particularmente entremezclados con el dolor y la pasión; la luz y la oscuridad del alma humana. Decir que la poesía de Agudelo es la poesía del otro, es afirmar también que sus manos son las manos de los trabajadores de la clase media y que sus ojos son los de aquel extraño que llora sobre una tumba vacía en algún verso lejano.
Agudelo recorre la vida compartiendo su ternura con quien se aproxime a escuchar el susurro del misterio tras la revelación poética. Es este sentido de hermandad y compañía que vislumbramos en la lectura de El Atleta del Abismo, lo que la poesía —y sólo la poesía—; puede ofrecernos hoy, cuando el rostro más oscuro del mundo nos hace frente como el del desgraciado Ugolino, gravemente contrariado por el líquido dilema de su dantesca culpabilidad o nos increpa como con los ojos del más viejo Crono a sus criaturas; criaturas hechas de un color similar al de nuestras alucinaciones y al de la verdad, que íntimamente sostenemos y con la cual nos confesamos.
El Atleta del Abismo es un mundo poético. Un dialogo; desterrado de las formas convencionales del idioma —como pregonaba Michel de Montaigne—, una búsqueda poética en la verdad propia; en la verdad del otro. Un mundo que nos acoge tiernamente. Un mundo en el que podemos permanecer en silencio y refugiarnos, para encontrar las fuerzas para desnudar -y de ser necesario- construir un mundo más honesto para nosotros y para los otros.
Arturo Hernández González es docente, traductor y poeta colombiano. Es autor de los libros Olor a Muerte, (Biblored, 2012) y Breviario de lo Incierto (2017). Ganó el I Premio Literario Internacional Letras de Iberoamérica – Poesía (2017) y dirige la Revista Internacional de Cultura y Artes Noche Laberinto.