Amar tanta belleza: Herminia Luque ofrece un acercamiento a dos autoras del Barroco
«Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.»
Sor Juana Inés de la Cruz
Las mujeres han tenido que soportar a lo largo de la historia la indiferencia desde todos los ángulos del saber y de la sociedad. Pero lo lamentable no es que esto haya sucedido, aun en los albores del siglo XXI, sino que además, ha sido la propia mujer quien más dureza ha expuesto en sus juicios para referirse o apreciar la actuación de sus congéneres. Y el Siglo de Oro, en su barroco más vivo, no deja de ser el marco para desentrañar algunas asperezas en torno a este tema.
Ana Caro y María de Zayas quizá no estimaron que aquellas confesiones halladas muchos años después, sirvieran de impulso a la creación de una historia en donde ellas figuran como personajes protagonistas. Ambas autoras, en especial Zayas, han sido reconocidas como principales feministas de las letras españolas. Y genera curiosidad que tantos años después, sus textos, especialmente unos versos incluidos en la novela Desengaños amorosos, de Zayas, pudieran darle luces a Herminia Luque para contarnos una historia en pleno Siglo de Oro, y en la que además, se subraya la circunstancia femenina en una sociedad donde el mundo giraba en función de las acciones masculinas. Ahora bien, los hombres de ese tiempo —¿tal como los de ahora?— tampoco escapaban a la exigencia de la belleza en la mujer. Para algunos es ingenuo pensar que otro talento sería más relevante. Tal como lo expone María de Z. en este fragmento de la novela:
No es más que una celada, una trampa (…) Las mujeres han de ser hermosas siempre. Y si no lo son, casi ni son consideradas mujeres, que es lo que pasa cuando llegan a viejas, que no hay quién las mire, ya no por los estragos de la edad (…) sino porque dejan de ser lo que fueron al dejar de tener lo que valioso era en ellas: su belleza. Para qué sirve entonces una mujer, pues si no hay belleza, no hay amor, no hay placer, no hay dicha alguna… para el que la mira o la pretende tomar.
Herminia Luque (1964), autora nacida en Granada, España, ya tiene algunas publicaciones en su haber: las novelas Bitácora de Poseidón (2010), El códice purpúreo (2011) y Al sur de la nada (2013). Sus relatos están incluidos en antologías como Narradores almerienses (1991), Relato español actual (2002) o Espacios (2003). Estas obras, según lo confirman sus propios lectores, distan de un contexto como el de Amar tanta belleza. En esta historia, Luque hace gala de un lenguaje acorde a la época en la cual se desarrolla el argumento: pleno barroco español. La sintaxis y la semántica acogidas por la autora granadina se registran en los campos lingüísticos del español propio del siglo XVII. Allí predomina el uso de un lenguaje evocador y con una alta carga sensorial y el empleo de figuras retóricas como el hipérbaton, con predominio perifrástico; en suma, estamos hablando de el manejo de vocablos opulentos, muy propios de la extravagancia y la parodia barroca. “Antes de irnos hubo tiempo de hablar con un clérigo, don Gaspar Carretón”, escribe la autora y luego continúa: “Era un hombre de carácter apacible, o al menos así me lo pareció a mí, con una cara redonda como un pan —algo tendría que ver el pan en esto— y una no menos oronda barriga. Los ojos, sin embargo, desvalidos en apariencia como los de un crío chico, eran en verdad penetrantes como los de una garduña”.
Amar tanta belleza, novela histórica galardonada con el Premio Málaga de Novela 2015, puede ser considerada un homenaje a las escritoras María de Zayas y Ana Caro, pero también es un homenaje a la literatura o a las letras de esos tiempos del barroco. Pero fundamentalmente es una ofrenda a las mujeres que han dedicado buena parte de sus vidas al oficio de escribir, aun en tiempos en donde la sumisión, como actitud femenina, pesaba más que cualquier indicio de talento: “Porque así estamos las mujeres en este mundo: acorraladas y acogotadas para que no hagamos cosas de provecho; mudas para decir en público verdades que lloramos secretamente”.
Hay un valor testimonial, sin duda; especialmente el de una época muy marcada en la sociedad española del siglo XVII, retratada con fragmentos importantes de este tiempo, en lo social, lo literario, lo político, lo cotidiano; todo bajo la recreación y la impronta biográfica, en el sentido menos fidedigno, de dos personajes de la literatura en la cultura barroca. Zayas y Caro fueron los señuelos para que Luque, con todo su ingenio, fabulara una trama abundante en situaciones peculiares y rica en aventuras, sin desmedro del entorno literario y social de la época.
Herminia Luque aborda un universo que hemos advertido antes, y nos exhortar a la admiración y al ascenso de estas dos escritoras de sorprendente talento; no sin prestar atención a una historia brillantemente contada. Necesario entonces, como escribe, “amar tanta belleza, gloria es que no tormento”.
Geraudí González (@PrincesaGera) es crítica literaria, académica, autora e investigadora de la “microficción” y actriz.