En Amores, Leonor de Recondo indaga en la capacidad emancipadora de la sexualidad femenina
La comprensión del cuerpo femenino como condición de la libertad de las mujeres es el tema cardinal de la novela Amores, de la escritora y violinista francesa de ascendencia vasca, Leonor de Recondo. Corre el año 1908 y, dentro de una mansión burguesa del ficticio pueblo de Saint-Ferreux sur Cher, dos mujeres de diferente condición social sufren la violencia de un hombre. Sin embargo, el descubrimiento de emociones inesperadas difumina las barreras sociales y las convenciones de género.
Desde hace cinco años, Victoire está casada con el notario Anselme de Boisvaillant y desespera porque no puede darle un heredero: siente su cuerpo vacuo y sin sentido. Pero Amores no es otra novela sobre la condena de un matrimonio sin amor o la obligatoriedad de los hijos para cumplir la labor social de la esposa. Es decir: no solo trata esos temas. En su obra, de Recondo establece un paralelismo entre los sufrimientos que infligen las sociedades patriarcales a las mujeres, solteras o casadas, aún cuando se ubiquen en dos opuestos del espectro social. Porque a la protagonista Victoire se contrapone la joven criada Celeste, víctima de las periódicas agresiones sexuales del notario. No son iguales su problemas, por supuesto, pero sí tienen la misma causa: el patriarcado y el enorme peso social que la tradición ha adjudicado al deseo masculino.
La expresividad de los soliloquios permite una caracterización definida de Victoire y de Céleste. La primera encarna a la esposa burguesa de su época, tan ignorante como una criada porque su conocimiento del mundo que la rodea es igual de escaso que el de su propia intimidad. Es una mujer que solo ha visto la casa familiar y la del marido. Par quien el momento más importante de su vida ha sido la boda, que recuerda en estos términos: “A continuación, vinieron la música, el banquete, las alusiones picantes, todo lo que se había apresurado a olvidar. Y la noche de bodas, la famosa noche de bodas, que se suponía que iba a convertirla en una mujer. ¿Acaso es posible pasar de chica a mujer en un instante tan breve y brutal?”.
Cuando Celéste sale en estado, el mundo de Victoire se pone patas arriba y el argumento da un giro imprevisible. El nacimiento del bebé, Adrien, no solo difumina las barreras sociales, sino también las convenciones de género al signar la presencia del deseo en dos cuerpos femeninos a partir de la maternidad compartida. De esa manera cada mujer se convertirá en el reflejo de la otra constituyéndose así un juego de inversiones donde un amor inesperado nace del descubrimiento de la intimidad. Así, por ejemplo, la inocencia del personaje de la ferviente católica Céleste se ve especialmente amenazada por el ardor de la pasión que ha descubierto, porque le ha permitido tener una identidad. “De la percepción todavía confusa de estar viva, nace un deseo profundo, apremiante”, se lee en la novela publicada por Editoral Minñuscula y traducida por Palmira Freixas.
Entre Victoire y Céleste aparece y desaparece el notario Anselme, caracterizado como un hombre de clase media típico de su época. Su personaje comienza a desdibujarse a partir del descubrimiento que hace cada mujer de las capacidades emotivas de su cuerpo. El triángulo formado por estos personajes viene a completarse por una pareja de viejos criados, Huguette y Pierre. Los cinco construyen el retrato de la soledad de una época: “Cada cual en su habitación, cada cual en su profunda soledad, acosado por sueños, deseos y esperanzas que no se cumplen, que se estrellan contra las paredes tapizadas, contra el tafetán anunciado en alzapaños: metros de tejidos que absorben los suspiros sin devover más que un eco sordo”.
Como ocurre en ciertas epifanías, la consecuencia de la tragedia de la novela es el descubrimiento del cuerpo y del deseo femenino que permite el reconocimiento de la identidad de cada mujer, más allá de las convenciones que la cultura les ha impuesto. En Amores, como en la vida, los pesares y las alegrías vienen juntas. Y tienen resultados inesperados.
Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com