Carlo Bordini: “La búsqueda de la perfección es más un recorrido que un destino”

La política y la metafísica son las dos vertientes tutelares de la poesía de Carlo Bordini. Lo que en cualquier otro autor resultaría una paradoja, en la poética de este romano nacido en 1938 encuentra coherencia, pues en ambos casos su obra aspira a encontrar lo más profundo de la sensibilidad desde imágenes simples. Tanto si se refieren al lugar público donde se articulan las relaciones de poder, como si se cuestionan sobre las propiedades y principios del ser humano, sus poemas establecen un juego entre las aspiraciones visibles e invisibles de la expresión lírica a partir de lo cotidiano, alejándose de las tinieblas críticas para acercarse a la gente.

Un ejemplo bien acabado de esta articulación doble es el libro que contiene la primera muestra de su poesía en castellano, Polvo. Allí se encuentran unos 40 poemas, así como un apéndice con un artículo sobre su obra y una entrevista con el autor peruano Bruno Pólak. Destacan “Poema a Trotsky” y “Polvo”, dos “poemas río”, denominación que usa el autor para las extensas secuencias de versos en las que se suceden imágenes y razonamientos. La reflexión sobre problemas sociales, como el poder y la pobreza, no comenzó como un interés literario, sino filosófico. De joven militó como trotskista y durante años ha sido profesor de historia moderna en la Universidad de Roma La Sapienza. Por eso sus poemas son más que la sucesión de metáforas políticas, expresan algo del pensamiento y de la desilusión vital de quien ha visto buena parte del siglo XX y lo recorrido del XXI desde la convulsa Italia. “Qué hermoso elegir la parte del perdedor, morir por poder notarial / a través de los demás”, escribe en el citado trabajo. Es la visión de quien ya no cree en las ideologías. Una comprensión que le costó enormes desengaños. “En realidad comunismo y capitalismo fueron dos aspectos del mismo / asunto: un aumento de la productividad (…) que fue utilizado por clases o castas dominantes (como aquella de la URSS) para un enorme aumento de su propia riqueza”, escribe en su “Poema río sobre economía”.

En “Polvo” sigue su vertiente metafísica. Allí maneja temas recurrentes en su obra como la imperfección de la belleza, la transitoriedad de la vida o la capacidad autodestructiva del ser humano. Se trata, según los críticos, de su trabajo mejor logrado. Es también un canto a la esperanza y una dilatada interrogación sobre la posibilidad de sobrevivir a los reverses. “Expresa la idea de un posible renacimiento. Individual o colectivo”, explica Bordini: “Cuando la vida te hace pedazos y te transforma en polvo, con ese polvo se puede crear, juntar, una vida nueva, basada en la derrota, en la humildad, sí, pero todavía estás vivo. Es un renacimiento después la catástrofe. Un ideal no violento”. Se trata, qué duda cabe, de la poesía cuando sale al rescate de la historia.

 

— Si la belleza, como dice en algún poema, debe tener imperfección, ¿de qué manera cree que puede enfrentarse al mundo hedonista que habitamos?

— Las creaciones artísticas intentan lograr la perfección. El artista tiene que estar conciente de que la búsqueda de la perfección es más un recorrido que un destino. Sin embargo, la falta de una forma absoluta de lo perfecto es uno de los motivos de la fascinación que ejerce la obra de arte. El carácter hedonista del mundo, con su “perfección” adulterada, es lo menos artístico que puede existir. Creo que el arte puede enfrentar ese hedonismo plastificado con su carácter artesanal, vivo, vibrante y, en consecuencia, “imperfecto”. Para eso debe oponer la vida real a la falsa de la publicidad que ofrece sus mentiras “perfectas”.

 

— Su poesía apela a lo sencillo, pero se pregunta por un dilema fundamental, la vida. ¿Sustituye el contenido espiritual de la poesía a la idea de dios en su obra? ¿Es la poesía la religión de los ateos?

— No creo que la poesía sea o pueda ser una religión, ni siquiera la de los ateos; tampoco que pueda cambiar la realidad. Pero podría oponer un humanismo a la vulgaridad conformista y mentirosa del mundo.

 

— ¿Qué papel juegan los poetas en la sociedad contemporánea?

— Solo si la poesía ayuda a comprender la vida puede tener un papel. Creo que todas formas de arte pueden expresar una “hiperverdad” que llegue al fondo de la vida. No creo en la poesía política como propaganda o expresión de lugares comunes; en un poema político tendría siempre que haber algo “herético”.

 

— En sus poemas más políticos, se refiere varias veces a Colombia, y me preguntaba qué lo unía a ese país o si lo sugiere como símbolo de una situación (¿poscolonial? ¿de subdesarrollo?) más trascendente que nota en América Latina.

— He participado en varios festivales de poesía en America Latina y tengo una relación profunda con ese continente. Mi mujer, Myra Jara, es peruana, y, de paso, es una poeta muy valiosa. Lo que me impresionó en Colombia (y en general en America Latina, pero sobre todo en ese país) es el amor que su pueblo tiene hacia la poesía, mucho mayor de lo que tenemos los europeos. Y detrás de ese amor hay un sentimiento humano que me gusta mucho. En Colombia la poesía tiene un peso en la vida humana que nosotros europeos no podemos absolutamente imaginar. En Medellín pedí al poeta Mario Ángel Quintero: ¿Porque los colombianos aman la poesía? Y el me respondió: “Porque la confunden con la esperanza.”

 

 

Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com

 

La foto de Carlo Bordini que encabeza esta entrevista es de Dino Ignani.

 

Tags:
0 shares

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *