Eduardo Berti: “Experimentar y romper otras formas no es necesariamente una cosa incomprensible, seria y de vanguardia”
En uno de los relatos de Círculo de lectores, Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964) cuenta la historia de un novelista “ignoto” de un país inexplorado llamado Cimeria que, cada tres o cuatro años, publica una novela sin mucha pena ni gloria. Un día, descubre que, en una pequeña ciudad de este remoto país, Oputia, existe una suerte de sociedad oculta que espera la publicación de sus libros, porque en ellos está “la clave para sus próximas actividades”. “Son sus lectores más fieles; los únicos en el mundo”, escribe Berti. Empujado por la curiosidad y, por qué no, también para alimentar su propio ego, el escritor decide ir a conocerlos. Sin embargo, contra todo pronóstico, cuando llega a la ciudad, sus seguidores lo reciben con total frialdad. “No es usted quien nos interesa, son sus obras”, parecen querer gritarle estos lectores con su visible indiferencia. “Con su prosa, él no busca más que una especie de música, una eufonía que combine cierta forma de belleza y de precisión, pero en absoluto enviar un mensaje en clave”, aclara el narrador de este cuento sobre el novelista, con cierta inocencia.
Aquel escritor ignoraba que el ejercicio de la lectura lleva, ineludiblemente, a la escritura, en la medida en que cada lector aporta una nueva interpretación. Un nuevo sentido crea, siempre, un nuevo texto. Así, tal y como explica Berti en una entrevista para Colofón Revista Literaria, Círculo de lectores es “un homenaje al lector como autor, a la creatividad del lector, al lector creativo, al lector activo y al lector creador”. Para el escritor argentino, sin embargo, se trata de un tema ya visto, muy recurrente en la literatura. “El libro parte de un gran tópico: que todo lector es singular, y todo acto de lectura es singular; y eso es una obviedad absoluta que, por otro lado, también conviene recordar”, afirma. No obstante, indica que, con este libro, cuyo tema tiene “algo borgiano y algo cortazariano”, ha tratado de partir de ese tópico y jugar con él, expresándolo de manera “inusual”, buscando, así, “salir de los métodos clásicos”.
“No se trata de hacer la cruzada contra ciertas ideas, pues la literatura finalmente habla de cosas que nos unen, como el amor, el odio o el miedo; los temas son siempre los mismos, pero el gran desafío es contarlo de una manera que no sea obvia” manifestó durante la entrevista. Al igual que en la música, donde las notas son limitadas, el autor afirma que la magia de la literatura habita en “cómo se aborda esa combinación”. “Con Círculo de lectores tuve muy claro el tema y, por eso, creo que la variedad no está dada por el tema, sino por las formas”, aclara durante la entrevista.
Círculo de lectores es “un homenaje al lector como autor, a la creatividad del lector, al lector creativo, al lector activo y al lector creador”
En su huida de los métodos tradicionales, Berti ha escrito un libro de microficción y de narrativa que rompe la fórmula clásica de novela o de cuento. Así, el autor divide el libro en partes que se diferencian entre sí a través del estilo: si bien la primera es un compendio de cuentos con una estructura clásica sobre lectores individuales con manías extravagantes y disparatadas, hay otras, como “Biblioteca breve” o “Método fácil y rápido para ser lector”, donde la lectura se funde, como si de un juego se tratase, con la invitación a la escritura mediante una serie de instrucciones en forma de microcuentos que incitan a dejar volar la imaginación: “Inspire. Lea tres frases. Exhale. Cierre los ojos. Repita lo que recuerda de las tres frases recién leídas. Inspire, vuelva a abrir los ojos (despacio, no se maree) y compare su recuerdo (la reescritura que hizo en su memoria) con el texto original”. En otros de estos breves relatos, Berti invita a elegir el libro que mejor arregle el armario que no logra mantenerse firme por tener una pata más corta; o a dejar un mensaje furtivo, casi clandestino, en el contestador de un desconocido en el que, sin mayor preámbulo, leamos a viva voz diez líneas de un libro cualquiera.
“No se trata de dinamitar lo clásico ni de condenarlo, sino de no quedarse en eso ni conformarse”, insiste el autor. “Experimentar y romper otras formas no es necesariamente una cosa incomprensible, seria y de vanguardia. Todo lo contrario: lo lúdico, el juego, es un buen instrumento para mezclar, porque a través de él te arriesgas, ganas y te diviertes”, añade. Berti, así, consigue salir airoso de este ejercicio de metaliteratura mediante un complejo e ingenioso desafío que saca a la lectura del mundo de la abstracción y la hace palpable, real, corpórea. Paradójicamente, leyendo Círculo de lectores, el receptor es consciente de que se encuentra inmerso en un acto de lectura, pero no por ello cesa en su actividad.
“No se trata de dinamitar lo clásico ni de condenarlo, sino de no quedarse en eso ni conformarse”
Así, en Círculo de lectores, Berti se confiesa como lector y rinde tributo, también, a sus grandes inspiraciones. Por sus páginas desfilan Julio Cortázar, en una clara referencia a Instrucciones para subir una escalera; Jorge Luis Borges y Franz Kafka, entre otros. Berti, incluso, se atreve a hacer una suerte de parodia de la idea de intertextualidad, esto es, de la imposibilidad de entender un texto como unidad autónoma aislada, pues todos son herencia de relatos anteriores. En concreto, siguiendo el tono irónico y surrealista del libro, el escritor da vida a una banda de malhechores que se dedica a robar ejemplares de obras clásicas de las bibliotecas, devolviéndolas con los nombres cambiados: Veinte años de soledad, Farenheit 154 o 1844 son los nombres que ahora amenazan con instalarse en el imaginario colectivo.
Antes de finalizar la entrevista, Berti, en un momento de introspección, confiesa que, justo en ese momento, se está descubriendo a sí mismo hablando del libro y, por tanto, redescubriendo su propia obra, a través de la conversación con periodistas. A la pregunta de qué es lo nuevo que está encontrando allí, Berti responde que, a diferencia de lo ocurrido con libros anteriores, durante las entrevistas las preguntas son “bastante distintas”, no se repiten. “Tal vez sea porque el tema de la lectura es muy libre y todos tenemos nuestra propia experiencia. Todo el mundo tiene algo para agregar; todo el mundo tiene un lector para añadir a la lista. Y eso me gusta”, concluye, dejando, así, flotar en el aire la esencia de su propio libro: un autor nunca llega a existir por completo salvo en su capacidad de crear ideas infinitas.
Alicia Sánchez (@aliciasromero_) es licenciada de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad de Sevilla, sus intereses incluyen la literatura y el cine, Trabaja en la agencia Europa Press.