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En La Zanja, Nuria Ruiz Viñaspre excava en el lenguaje

“Ay las palabras, esas masas

líquidas que se desbordan en el mapa”

La zanja, Nuria Ruiz Viñaspre (2016)

La escritura es el surco en la tierra sobre el que se levanta el edificio del pensamiento. Y este enunciado encuentra su más bella formulación en el poemario más reciente de Nuria Ruiz Viñaspre, La Zanja. El décimo primer libro en este género que escribe la autora de la Rioja abre con una cita de la poeta canadiense Anne Carson que redunda en la interpretación arquitectónica de la imagen metafórica de la zanja: “Si te adentras, si excavas, si te arriesgas a reconstruir”. He allí la definición más común de la zanja, la fosa larga y estrecha hecha en la tierra para echar los cimientos, transportar aguas o defender la siembra, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

Lo que propone el libro de Ruiz Viñaspre es un uso más radical de la zanja, una experimentación con el lenguaje, a lo Gertrude Stein, que lo resignifica y zanja el camino a la vuelta a la subjetividad:La zanja se divide en cuatro partes, cada una introducida por una cita que marca su universo lírico. El fundamento de la primera es el surco abierto hace miles e años por la Biblia, donde comienza a hacerse evidente cierto temperamento litúrgico en la palabra lírica de la autora. La segunda propone un tour de force entre el oficio de escribir y la deconstrucción de la propia escritura. La tercera hace más evidente el sentido crítico que Ruiz Viñaspre otorga a la experimentación con el lenguaje. Y la sección final del libro funciona como síntesis de las tres anteriores.

“ex-

-cavo

el poema”

En esta obra, que en 2015 se adjudicó la duodécima edición del Premio de Poesía César Simón, varios poemas construyen la relación entre ciertos aspectos litúrgico/religiosos y las noticias contemporáneas. Una cita de Ingeborg Bachmann que antecede a uno de los poemas da una pista de la relación entre la zanja, la franja y el mundo: “Gaza Zanja Franja. Aislada Gaza Zanja Franja. Zanja la bomba de muerte. Bomba que es veta de hombres, veta la veda de Gaza. Ay, los hombres y los nombres ¡qué ironía de hombres y nombres!”.

La cita funciona como bisagra entre los otros significados de la zanja a los que alude la poeta ganadora del XX Premio de Poesía Ciudad de Tudela (Navarra) en 2005 y del Premio Racimo de Literatura en 2014. Porque el DRAE nos dice que una zanja también es la arroyada producida por el agua corriente en la tierra. En el lenguaje metafórico esa imagen lo acerca a la herida. A la herida en el cuerpo de una mujer. Una herida como la imagen que describe la imagen del sexo femenino: una en la carne, dentro de la cual se siembra para luego levantarse otro universo de significado: la vida. O no:

“Quiero ser estéril. Como una silla estéril. Tener manos estériles. Un corazón estéril. Piernas estériles. Un sexo estéril. Y quedarme sin manos, ni sexo, ni corazón. Como una silla echada al sol. Ser espacio sentado en una silla. Así que ve, lengua dentro de mi boca, busca el lenguaje en aquella casa a la que se le han volado todas las sillas”.

El mundo lírico que excava Ruiz Viñaspre, también editora del Grupo Anaya y directora de la Colección eme (Escritura de mujeres en español), de Ediciones La Palma, se queda con el lector como los trabalenguas de la temprana niñez: hay algo en ese redescubrimiento del lenguaje que permite dotar al mundo de un nuevo significado.

Michelle Roche Rodríguez

@michiroche

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