Los ojos vendados, de Siri Hustvedt: escenas sobre la ficción y la identidad
Los ojos vendados, primera novela de Siri Hustvedt, fue reeditada a principios de 2018 en español por la editorial Seix Barral, mismo sello que puso en circulación el año pasado su libro de ensayos La mujer que mira a los hombres mirar a las mujeres.
En Los ojos vendados, Hustvedt narra cuatro episodios de un momento de la vida de Iris Vegan, estudiante universitaria que intenta adaptarse a la ciudad de Nueva York y sobrellevar sus dificultades económicas. Estas escenas y esta etapa de la joven Vegan dicen de su proceso de construcción de identidad y, en el plano metatextual, el libro reflexiona sobre la ficción misma.
Nuestra protagonista, Iris (cuyo nombre es la inversión de Siri y en un sentido puede aludir al ojo), vive sola en Nueva York, con poco dinero; aquí un primer proceso que enfrenta: sobrevivir y adaptarse a la ciudad, lejos de la casa de los padres y evitando su apoyo económico. Ella estudió literatura en Columbia y cursa una maestría que la ha llevado a trabajar en la escritura de un artículo titulado “Ficciones dentro de las ficciones”, que trata sobre una heroína ficticia del siglo XIX. Sus rutinas de estudio y la necesidad de encontrar un empleo para cubrir lo esencial del día a día, la llevarán a cruzarse con los personajes que estarán involucrados en los cuatro episodios de la historia.
Sin ver.
La narración de esos cuatro eventos no es lineal, pero todos están conectados y fuertemente ligados al proceso de Iris de búsqueda de sí misma. Los actores que forman parte de estas escenas son seres con personalidades fuertes, marcadas, algunos con un halo de misterio, otros con comportamientos extraños e incluso violentos. Todos ellos enfrentarán a Iris consigo misma, serán los espectadores y detonadores de los golpes y tropiezos que ella dará con “los ojos vendados”.
Así, Iris será contratada por el señor Morning, un escritor muy raro que usa distintos seudónimos, para hacer grabaciones sobre objetos de una mujer muerta. En medio de una breve relación infeliz, conocerá a George, un fotógrafo que hará un particular retrato de Iris; y a Paris un despiadado crítico de arte. Durante una estancia en el hospital por una terrible migraña que la cegará y no le permitirá leer, compartirá habitación con la señora O., una anciana fragmentada y delirante producto de una crisis nerviosa. Y trabajará con el profesor Rose en la traducción de una novela alemana, quien será más tarde su amante y el que la rescate de una fase de abandono y decadencia, pero esta relación terminará de forma intempestiva y violenta.
Desde el momento en que Iris conoce al señor Morning, se pone en escena el tema de la identidad y la trama de asuntos que nos mostrará la novela. Ante este escritor que usa otras identidades Iris niega su propia identidad: “Cuando me preguntó cómo me llamaba mentí. Lo hice a toda prisa, me inventé un nuevo apellido sin vacilar: Davidsen. Me convertí en Iris Davidsen. Lo hice para defenderme, para protegerme de un peligro amorfo, pero el nombre falso acabó por obsesionarme; me llevó a otro lugar, me hizo perder el rumbo y alteró extrañamente todo mi mundo durante un tiempo. Cuando ahora pienso en ello, veo en esa mentira el inicio de todo, una especie de puerta a mi inestabilidad”. Ella negará en varios momentos su identidad: cambiará de apellido, dirá que ella no es Iris, se disfrazará de hombre, se perderá para encontrarse, para arrancar la venda de sus ojos y desaparecer.
«Cuando ahora pienso en ello, veo en esa mentira el inicio de todo, una especie de puerta a mi inestabilidad»
Con la anécdota del señor Morning, que es el primer capítulo de la novela, también se presenta el tema del lugar de los objetos en la cotidianidad y se emprende la reflexión sobre la ficción misma, sobre sus capas y nociones. Es un proceso de deconstrucción y construcción que empieza con el juego de nombres falsos y pseudónimos; avanza con incidentes como el retrato que le hace el fotógrafo, en el que Iris no se reconoce; y alcanza su punto más alto cuando Iris adopta la identidad de Klaus, el protagonista de la novela alemana que traduce con el profesor Rose, para deambular de noche por calles y bares de Nueva York. Personificando a un hombre callejero, Iris acopiará historias de seres de la noche y llegará a su momento más decadente.
La fragmentación de los capítulos que nos cuentan este momento de vida de Iris Vegan ayuda a construir la atmósfera de descolocamiento y malestar que atraviesa la protagonista de Los ojos vendados. Una crisis tras otra la llevará al límite y a ese instante en que se arranca la venda y desaparece corriendo por las calles de Nueva York. Allí los lectores ponemos un orden lineal a la historia que no terminó: la vida de Iris continúa, no sabemos si ve claramente pero sí cerramos el libro seguros de que ya no es más la chica de los ojos vendados.
Diajanida Hernández (@diajanida) es profesora de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV), editora y periodista cultural. Cursó la licenciatura en Letras y la maestría en Estudios Literarios en la UCV. Ha escrito para el diario El Nacional, el suplemento “Papel Literario”, el portal Prodavinci, y las revistas Quimera y Otra parte semanal.