Algunas notas maduras sobre En la mitad de la vida, de Kieran Setiya
En la mitad de la vida es una obra peculiar sobre el desencanto de la identidad humana durante el transcurso de la mediana edad. Escrito por el profesor de filosofía del MIT Kieran Setiya, este libro reúne con acogedora practicidad el carácter divulgativo, el desenfado de un lenguaje eficaz pero no carente de un moderado enciclopedismo y la bibliografía pertinaz tanto en materia filosófica como de psicología social.
En este libro, Setiya desarrolla, basándose en su experiencia de la crisis de la mediana edad, una descripción paulatina de las diversas inquietudes que comprometen la felicidad y la satisfacción general de los individuos respecto a su vida durante el periodo en el que comienza su descenso a la vejez. Y es este periodo, uno que ha llamado poderosamente la atención de la filosofía, pues como afirmó Jean Améry, en Revuelta y resignación (2011): “la persona envejece en su relación con el tiempo, con el propio cuerpo, con la sociedad, con la civilización y finalmente, con la muerte”. Acertadamente, Setiya involucra en primera instancia, los temas de la literatura contemporánea con el objeto de su disertación para ofrecer al lector marcos de referencia sobre los cuales comprender sus categorías de la angustia, el deseo, la perdida y la reflexión.
A lo largo de la obra, la voz de Setiya comenta los vanidosos pormenores que reporta una vida acorralada por las posibilidades negadas y el insuficiente consuelo de una realidad que apenas si retrata él mismo, económica, social y culturalmente. A pesar de que insiste en afirmar que la filosofía occidental ha descuidado el análisis de la crisis de la mediana edad, ignora por completo la relevancia de los juicios sociológicos de Zygmunt Baumann, Richard Sennet o Robert Castel, entre otros. En obras como Esto no es un diario (2012), de Baumann, se evalúan los profundos cambios en los paradigmas de sociedades industrializadas organizadas de forma capitalista y la frustración de diversos grupos de individuos que corresponden a los estudios equivalentes sobre la “crisis de la mediana edad”. Además, Setiya reinterpreta, de forma deliberada aunque silenciosa muchas de las cuestiones esenciales sobre el dilema del sumo bien y el sumo mal —especialmente en el apartado “Sombras de la prisión”—, tratadas ya por autores como Séneca y Cicerón, sin ofrecer novedad alguna.
Sobre las posibilidades autodestructivas.
No deja de resultar inquietante la indiferencia de Setiya por el suicidio, aun cuando este asunto ocupa una importancia sustantiva para la población a la que se dirige. La estrategia que se lleva a cabo para entablar una sutil interpelación a los temas sensibles que el objeto de estudio le revela, terminado siendo una consolación a través de contrastes inductivos. Así, ante la inminente desolación del camino que recorre, se vale de una de las características fundamentales de su género (el libro de autoayuda) y abreva la sed de las posibilidades autodestructivas en el oasis del porqué la vida merece ser vivida. En consecuencia adapta una determinación solipsista entre las heterogéneas escalas valorativas de Aristóteles y John Stuart Mill, para justificar la génesis de sus “valores existenciales”, que redundan en la necesidad de vivir una vida equilibrada, en la que se logren realizar actividades que fomenten la felicidad —aunque ésta sea vana—, permitan el crecimiento personal y la reflexión.
Cabe resaltar que algunas de las aristas —en especial las que resalta en el apartado “Perderse cosas”— que Setiya evalúa en su libro, han sido abordadas con rigor magistral por autores como Knut Hamsun en La bendición de la Tierra, Doris Lessing en el bellísimo cuento La habitación diecinueve y Juan Carlos Onetti en casi toda su obra, pero especialmente en Bienvenido Bob y La Vida Breve. De igual manera, en la obra del filósofo de otra parte, Fernando González, destaca a menudo la disminución del mundo a través de las posibilidades y la reconstrucción a través de la perdida.
Lo cierto es que En la mitad de la vida es un libro en el que se experimenta con las pasiones personales, se descubre la inveterada sensibilidad del individuo en busca de un destino, se prestan voces a autores alejados por siglos entre sí, para tejer la historia de una vida que busca reunirlas a todas. El gran acierto de Setiya ha sido elaborar una amalgama de tonos con la que los lectores puedan insistir en sus propios conflictos y desembarazarse de los crudos golpes de la crisis de la mediana edad. La urgencia define siempre la elucubración sobre la condición humana dado que preserva el argumento que nos vendemos cada día para seguir viviendo.
Arturo Hernández González es docente, traductor y poeta colombiano. Es autor de los libros Olor a Muerte, (Biblored, 2012) y Breviario de lo Incierto (2017). Ganó el I Premio Literario Internacional Letras de Iberoamérica – Poesía (2017) y dirige la Revista Internacional de Cultura y Artes Noche Laberinto.