La sensatez es la divisa de lo político en Muchacha de Castilla de Mercedes Cebrián
Son tres los logros del poemario Muchacha de Castilla de Mercedes Cebrián. El primero es su visión novedosa de los problemas de España, evidenciada en sus opiniones sobre las relaciones con el otro, el uso del período franquista como excusa para las carencias del país y su visión de la cultura católica como atrasada. En cuanto a sus relaciones con la otredad, el mejor ejemplo que contiene el libro publicado por la editorial La Bella Varsovia es el poema “Ayer y hoy del Kiwi”, donde usa la llegada de la fruta al país, y también el uso del curry, como un ejemplo para comprender la inmigración: “Tres décadas después, el curry nos parece/ un plato regional y hay kiwis españoles/ que nacen aquí mismo, bajo plásticos sucios/ quemados bajo el célebre sol de Andalucía”.
El poema “El fiscal” que antecede a la coda que cierra la primera de las dos partes del libro constituye su segundo logro. El largo poema resume la relación del ciudadano común con el Estado —¿del bienestar?— a través de la metáfora kafkiana de la institución pública y la agencia de los funcionarios. Sin embargo, la introducción de una anécdota personal añade otra dimensión a las reflexiones: “¿Te acuerdas cuando de niña venías algunas tardes/ a esta delegación de Hacienda? Tu padre, un alto funcionario,/ revisaba, sin apenas rozarlas con las manos, las arcas/ del Estado”. En la nueva dimensión, lo social y lo íntimo se permean mutuamente. Y este es un valor que puede extenderse a toda la poesía de Cebrián, que convierte a su obra en una lectura necesaria.
El tercer logro es la metáfora del mundo contenida en una gran bola de queso mozzarella, que sangra leche de vaca cuando la hieren con el cuchillo de la ensalada: “Miren con atención/ mi bola blanca, un líquido lechoso se desprende/ al abrirla. Es suero, es cuajo, es creación humana/ a base del alimento primigenio”. La originalidad de la imagen no es su única virtud: como el poema entero en donde aparece, titulado “Coda”, con el que se cierra el poemario, la gran bola de mozzarella resume completa esta obra en cuya cincuentena de páginas, la historia y la cultura de España se proponen como un cúmulo de inexactitudes y falsos logros que han construido una estructura de lo vergonzoso en el presente.
Poli-poesía: desencanto y política.
El desencanto es palpable desde los primeros versos del primer poema, del cual toma su título el libro: “Pero qué te has creído muchacha de Castilla?/ ¿Que podías desear lo mejor en forma de país?/ Te engañaron quienes aseguraban que el castillo en desuso/ y la almena mellada le daban hidalguía a tu meseta”. Como muestran estos versos que casi son prosa, lo cercano es una dimensión de las múltiples interpretaciones que proponen las imágenes de Cebrián.
No es la primera vez que la autora apela a la cotidianidad para describirla con voz irónica, para cuestionarla desde la inquietante naturalidad. Sus poemarios anteriores, Malgastar (2016) y Mercado común (2006), se acercan a lo personal y cercano al describir las dinámicas de la vida citadina europea de su generación. Pocas como esta autora nacida en Madrid en 1971 para deshilachar la actualidad de los periódicos y presentarla a la gente en forma de una plegaria por la sensatez: “El presidente de mi país nació después/ que yo. En medio de un discurso nos pregunta: ¿Qué habría/ que evitar, que cierren un quirófano o una biblioteca?”. Se trata de una poesía política, pero sin tomar partido, a menos que sea el de cordura; pues es política como son políticos todos nuestros cuerpos: porque existen en sociedad, porque se relacionan intelectual y afectivamente con los otros, porque se rigen bajo una íntima doctrina.
Michelle Roche Rodríguez @michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora de la novela Malasangre (Anagrama, 2020), del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com