Olga Tokarczuk: De la identidad urgente
Angustiosamente escasa es la obra traducida de Olga Tokarczuk a nuestra lengua y sin embargo, suficiente para reflexionar sobre el fenómeno de ser. La prudencia de su voz narrativa aúna la cotidianidad con la más lucida cadencia del absurdo. Su versatilidad ampara el tiempo pasado y el porvenir incierto en una sola y fermentada simultaneidad que bien podría confundirse con nuestra realidad líquida.
Ejemplos de lo anterior se encuentran en su narrativa breve. Por ejemplo, en el cuento cuyo título podríamos traducir como “La mujer más fea del mundo”, la autora escarba en las ambigüedades de nuestra consciencia estética, en los prejuicios intelectualizados por la hegemonía del canon literario y en la íntima soledad de nuestros actos. En otros relatos, como “Conservas para vivir”, desnuda con elegante ironía la estupidez, el desamparo y la obscenidad que la pereza cultiva en lo profundo de nuestro inútil hartazgo, cuando la vida ha sido vivida tan solo por vivirla. Tokarczuk remueve así los elementos empozados de las historias invisibles que brotan en la inmediatez de las anécdotas y de las confidencias mínimas.
Hasta la fecha, Tokarczuk ha sido traducida esporádicamente. En 2016, Ediciones Siruela publicó su novela Sobre los huesos de los muertos, siete años después que apareciera en polaco. El Man Booker International Prize adjudicado a su novela Los errantes (Flight) impulsó su reciente publicación en el Anagrama.
Seguir los pasos de Poe y Kafka.
Si bien la familiaridad entre ética y estética ha sido señalada por muchos autores (Rudolf Fischer, Robert Walser, Benjamín Cosack, etc.), sólo Tokarczuk ha sabido irrumpir con una escritura pugilística en la experiencia ética a través de dilemas sencillos (pero no simples) que olvidan a propósito la parábola y la moraleja, para confiar al lector la inmensa responsabilidad de reflexionar a solas sobre su ser ante al mundo.
Es sutil pero reconocible la influencia de Allan Poe en su escritura, pero más aún la de Kafka en su temperamento narrativo. Cuentos de este como “La Condena” o “Un artista del hambre”, surgen en medio de la lectura de Tokarczuk como espejos de la memoria. Con estos elementos, ubica la irracionalidad de nuestro tiempo y excede las posturas cómodas buscando límites novedosos para sus preocupaciones. Su feminismo es moral: Agrede al sistema imperante que promueve silenciosamente la inequidad y no pierde el tiempo en divisiones ingenuas, sino que explora los terrenos de nuestra condición dolida, ignorante e insuficiente. Nos recuerda que las víctimas no pueden ser tratadas como cómplices de sus desgracias y que la violencia sexual, la discriminación, el maltrato psicológico, la inercia positiva —llamada también indiferencia—, la crueldad y la miseria son problemas reales que debemos pensar filosófica, jurídica y políticamente.
Exacta en sus deliberaciones, Tokarczuk aprehende registros inherentes a la intransigencia humana (como Doris Lessing en sus mejores cuentos), para alertarnos sobre la realidad del cambio climático con manifiesta cercanía. Y del mismo modo, señala compasivamente la fragilidad de la “lengua universal”, ese imperio de vulnerable soberbia; la franqueable globalización de su belleza…
Ganadora del Premio Nobel de Literatura 2018, la obra de Olga Tokarczuk destaca por su habilidad para comunicar el realismo total de lo que nos es dado conocer y la posibilidad redentora de la fantasía. Al igual que Kazuo Ishiguro —Premio Nobel de Literatura 2017— quien actualizó las formas literarias de la preocupación humana sobre lo que nos define; con obras como Nunca me abandones (2005) y El gigante enterrado (2015), Tokarczuk escribe sobre el hecho de nuestra contingencia presente. Es por esto, que en algunos de sus Relatos Bizarros (2018), se pregunta por el miedo que habita en nosotros y su particular fascinación con el olvido, el ditirambo de nuestra identidad auto-determinada o nunca libre, y por el juicio final de nuestra existencia contra lo que hemos sido.
Arturo Hernández González es docente, traductor y poeta colombiano. Es autor de los libros Olor a Muerte, (Biblored, 2012) y Breviario de lo Incierto (2017). Ganó el I Premio Literario Internacional Letras de Iberoamérica – Poesía (2017) y dirige la Revista Internacional de Cultura y Artes Noche Laberinto.