Pilar Adón: «Me interesa transmitir la sensación de que algo chirría»
A Pilar Adón le parecía que salir a jugar con el resto de los niños era una pérdida de tiempo. ¿Por qué iba a conformarse con perseguir la pelota, buscar a gente que se esconde, hacer experimentos con tierra o, lo peor, vestir y desvestir muñecas, si en el mundo lúdico de la ficción podía hacer muchas más cosas? Por eso se quedaba en su cuarto devorando libros, sin enterarse de que afuera seguía andando el mundo. A veces, se metía debajo de la pequeña mesa en su cuarto donde hacía las tareas y ensayaba verter sobre papel sus fantasías. Era un encierro dentro de otro encierro. El claustro del cuerpo para liberar la mente. La felicidad plena.
Desde el mundo de afuera le llovían los calificativos. Solitaria. Tímida. Antipática. La separación entre lo exterior y su interioridad servía para que se reafirmara en su gusto por el aislamiento. Tenía unos doce años y se había decidido por la introspección. Por eso, ahora que es una mujer adulta, una autora de hecho y derecho, le gusta escribir sobre personajes que se aíslan buscando algo diferente: los eremitas, las comunidades perdidas. Gente que no tiene por qué comulgar con las ideas de la sociedad o que quizá sí, pero quieren llevarlos a la práctica de otra manera. Para leer y escribir hay que estar solo. Hay que pensar, en silencio, alejada de la gritería del mundo exterior. “Llega un momento cuando dices ‘bueno, si eso es lo que piensan y están bastante cerca a la realidad, en especial lo de solitaria pues vamos a hacer uso de ello’”, dice la autora de Las efímeras, donde recrea la vida de una comunidad aislada a partir del drama de dos hermanas que viven juntas sin aprender nunca a comunicarse. En su tercera novela, la soledad de los personajes se teje en el lenguaje tupido que sirve para proyectar un ambiente y unos personajes orgánicos: libres y únicos como los elementos de la naturaleza.
“Me interesa la naturaleza porque en el fondo la conozco bastante bien. A pesar de haber nacido en Madrid y haber vivido prácticamente todo el tiempo aquí, hay una naturaleza no muy lejana a esta ciudad que afortunadamente todavía subsiste y espero que durante mucho tiempo y basta con estar un tiempo expuesta a esa naturaleza para que la experiencia sea demoledora. ¿Has pasado una noche sin ver luces en la distancia, sabiendo que estás sola en un monte escuchando cualquier tipo de sonido? Esas experiencias que se van perdiendo en la ciudad te devuelven a lo primigenio, a lo más cárnico. La relación con lo visceral, orgánico, primitivo y básico de nuestro ser me atrae tanto que casi todos los personajes de Las efímeras responden a esas definiciones. Porque son también naturaleza”, explica la también poeta que advierte que hoy estamos más cerca de lo artificial, y “parece que formamos más parte del aluminio y lo metálico que de lo natural”.
«¿Has pasado una noche sin ver luces en la distancia, sabiendo que estás sola en un monte escuchando cualquier tipo de sonido? Esas experiencias que se van perdiendo en la ciudad te devuelven a lo primigenio, a lo más cárnico»
– Trabaja la literatura en un registro amplio. ¿Cómo comienza la experiencia, desde una idea o desde una imagen?
– Lo primero es la imagen y a partir de allí surgen los personajes, que están vinculados a una idea. Luego viene la estructura: las tramas interiores de la trama general, las excusas, las anécdotas todo eso surge con el trabajo. Me interesa el efecto que genera lo que escribo; creo que eso está vinculado a la poesía. Me interesa generar inquietud en el lector, me interesa transmitir la sensación de que algo chirría y de que algo va a suceder que estamos al borde del abismo constantemente y generar esa sensación luego por medio de la ambientación. Es la “carne” del texto: un cuerpo con palabras. Se trata de hacer algo envolvente con la ambientación que en Las efímeras ha sido centrado en la naturaleza ir hablando del barro, de las hojas, del sustrato todo eso es lo que me interesa. Luego, las anécdotas la trama, lo que le sucede a los personajes me interesa muchísimo menos.
– ¿Cómo decide qué imagen se convertirá en novela, relato o poesía?
– Es un proceso complejo y escapa a nuestro alcance. Ahora tengo la intención de hacer una novela para la que estoy comenzando a documentarme y a establecer personajes, pero tengo muy claro que a lo largo de la escritura escribiré poesía y relatos sobre el mismo tema. Eso fue lo que pasó con Las efímeras, que comencé a escribirla hace más de diez años y publiqué dos poemarios con un tema idéntico, La hija del cazador (2011) y Mente animal (2014), y dos libros de relatos, en especial El mes más cruel (2010), que está muy relacionado con este tema. Ahora mismo me interesa escribir una novela pero la idea seguro se irá bifurcando, porque forma parte de mi. Cualquiera que escriba sabrá a qué me refiero. Mientras hablo contigo, voy andando por la calle, estoy en mi trabajo o estoy en casa haciendo cualquier cosa estoy al mismo tiempo pensando en esa idea, dándole cuerpo pensando los personajes y como la idea están apoderándose de mi cabeza, todo lo que vaya a escribiendo tendrá que ver con la idea.
«El lenguaje es esencial porque es la única herramienta que tenemos para dotar de espesor a la novela»
– El lenguaje es otro gran personaje en su obra.
– El lenguaje es esencial porque es la única herramienta que tenemos para dotar de espesor a la novela. Cuando pienso en Las efímeras, la imagino como un cuerpo con músculo y para crear ese cuerpo lo único que tengo son palabras y cómo juego con las palabras, cómo se van uniendo unos párrafos con otros hasta hacer un ser orgánico nuevo. A veces pienso que no me importaría leer una novela en la que no hubiera trama pero que me trasladara gracias a la ambientación, a personajes que sean y ya está, sin necesidad de que les suceda nada.
– ¿Qué aprende como escritora de su función de traductora?
– Mucho. Cuando eres traductora estás al servicio de la forma, las ideas y el lenguaje de otro autor. Aprendes, ante todo, a respetar el criterio de otro autor con el objeto de lograr que la experiencia del lector en castellano sea la misma que la del lector en inglés. Debes desaparecer dentro de la labor.
Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com