Populismo de izquierdas y neoliberalismo: Una apuesta por la democracia de Éric Fassin
El breve ensayo Populismo de izquierdas y neoliberalismo del catedrático francés Éric Fassin vuelve sobre dos términos fundamentales en la política de estos tiempos con el objeto de proponer nuevos significados que permitan una comprensión más profunda de los fenómenos sociales. La palabra neoliberalismo se refiere a la corriente económica y política, privilegiada en Estados Unidos y los países democráticos de Europa desde los noventa; un capitalismo que aboga por la reducción de la intervención del Estado en la economía y la sociedad, en favor del sector privado, conformado principalmente por consumidores y empresarios —estos últimos, a veces, con ayuda de los gobiernos: no se trata de establecer leyes para controlar la gestión de las compañías o su relación con los consumidores, sino de ayudar a la independencia financiera de los empresarios—. El libre comercio, la erosión del gasto público y la disminución de los impuestos son los ejes de las políticas neoliberales. Los defensores de la izquierda suelen asociar el término a la derecha o a la ultraderecha, pues allí depositan un amplio espectro de teorías políticas, desde el liberalismo y el conservadurismo, hasta el elitismo y el fascismo.
En contra de la corriente popular donde aparecen muy bien diferenciados los polos de la derecha y de los detractores del capitalismo, Fassin propone la tesis de que el populismo es un instrumento del neoliberalismo, incluso cuando este populismo se autoproclama “de izquierda”. El catedrático de los departamentos de Ciencias Políticas y Estudios de Género de la Université Paris-8Vincennes de Saint Denis escribió este ensayo después de las elecciones de Estados Unidos que convirtieron a Donald Trump en presidente y a la espera de otras, en Francia —de las cuales resultó victorioso Emmanuel Macron—. Alude, pero no profundiza, en los fenómenos populistas de América Latina, como el chavismo en Venezuela y el kirchnerismo en Argentina. Esto es una lástima, porque un análisis de esos sistemas hubiera sido esclarecedor a la hora de probar su teoría de que es tan difícil conocer el alcance de la palabra “pueblo”, como definir el populismo.
El “momento populista”.
A la dificultad para conocer qué significa el fenómeno, puesto que cada populismo y sociedad en la que se desarrolla establece características propias, le dedica la primera parte, y la más valiosa, del libro. “La noción de populismo vuelve a poner en escena una imagen del pueblo elaborada a finales del siglo XIX por pensadores como Hippolyte Taine y Gustave Le Bon, asustados por la Comuna de París y el ascenso del movimiento obrero”, escribe Fassin citando a Jacques Rancière: “el de las masas ignorantes impresionadas por las palabras sonoras de los ‘conductores’”.
El desafío propuesto por el autor es negarse a abandonar a la derecha la definición de “pueblo”, como figura del discurso político o como categoría socioeconómica, e interrogar la utilidad de un populismo articulado desde la izquierda —en este punto, en lugar de tomar los más evidentes casos de los gobiernos latinoamericanos se refiere al partido español Podemos, sin tampoco profundizar mucho en su propuesta—. Uno de los mayores hallazgos del libro es recordar que el razonamiento populista por más que se refiera al pueblo, en el fondo, no trata de definirlo, sino de aglutinar una masa en contra de una injuria: la (supuestamente) cometida por los inmigrantes, los políticos de oposición o las minorías de los más diversos cuños. “Lo que está en juego no es la expresión de una verdad popular previa, sino, a partir de ‘significantes vacíos’, la ‘construcción del pueblo’”, escribe citando a Ernesto Laclau.
“Lo que está en juego no es la expresión de una verdad popular previa, sino, a partir de ‘significantes vacíos’, la ‘construcción del pueblo’”
Durante la lectura se descubrirá porqué “el momento populista” tiene tintes de Apocalipsis. Fassin acepta que el neoliberalismo repudia al pueblo (el demos) tanto como a la democracia, pero no lo considera un arma eficaz contra el populismo (en donde aglutina toda forma de racismos y comportamientos conservadores) ni tampoco cree conveniente los populismos de izquierdas, porque “aún si se lograra purgar al populismo de la xenofobia y el racismo heredados de las derechas más ultras”, ¿cuál es su alternativa al neoliberalismo?
Sí, el problema fundamental del populismo es que construye una “doble ilusión”. La primera, confundir al pueblo con las clases populares para sustituir la alternativa ideológica entre la derecha y la izquierda, en la base de la democracia, por una oposición sociológica y falsa entre la casta y “la gente”. La otra, que al reducir el pueblo a una categoría mítica y solo cognoscible cuando le toca votar en las elecciones, erosiona su representatividad. Fassin advierte que el “momento populista” se parece demasiado a la conversión de las personas en consumidores propuesta por el neoliberalismo y concluye que ese es el mayor peligro para la sostenibilidad de la democracia.
Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com