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Rebecca es un personaje clásico que no existe

En 1989, cuando la escritora inglesa Daphne du Maurier falleció, en The New York Times se dijo que en Rebecca (1938) ella había creado, con apenas 31 años de edad, una de las novelas clásicas del género gótico. El artículo lo escribió Herbert Mitgang que, en lugar de señalar otros aspectos literarios de sus novelas y cuentos, prefirió recordar que muchos habían encontrado adaptaciones cinematográficas. Rebecca es, por supuesto, la más conocida: la película de 1940 dirigida por Alfred Hitchcock catapultó a la fama a Laurence Olivier y Joan Fontaine. Otros libros suyos adaptados a películas por Hitchcock son La posada de Jamaica (1937) y el relato “Los pájaros” de la colección The Apple Tree, que en 2017 publicó la editorial El Paseo como Los pájaros y otros relatos, con una traducción al castellano de Miguel Cisneros Perales y prólogo (nada menos que) de Slavoj Zizek, cuyo sugerente título es: “¿Está permitido disfrutar todavía de Daphne du Maurier?”.

Una reedición hecha por Galaxia Gutenberg de la novela clásica de Du Maurier señala que llegó la hora de conocer a la escritora detrás de las grandes películas de Hitchcock. (Y no solo de él, porque también se adaptaron al cine otras obras suyas como La cala del francés, de 1941; Monte bravo, de 1943 o Mi prima Raquel, de 1951). En Rebecca, que en esta nueva versión cuenta con una traducción del inglés de Fernando Calleja Gutiérrez, aún se respira el ambiente paranormal, sin llegar a ser gótico, que tanto impresionó a los lectores del siglo pasado. De esa manera, la editorial se une a la brisa fantástica que recorre la literatura iberoamericana desde un clásico indiscutible de la lengua inglesa, pariente de género de otras autoras como Shirley Jackson (cuyas obras la editorial minúscula en proceso de reeditar completas) y Angela Carter (terreno abonado para el castellano, recientemente, por Sexto Piso).

“La casa era una tumba, y allí estaban nuestras angustias y sufrimientos enterrados en las ruinas”

Rebecca cuenta la historia de una joven que se casa con un noble, Maxim de Winter, viudo reciente de una fascinante pero oscura mujer. El matrimonio se muda a Manderley, la finca de más de 70 habitaciones en la costa de Conrwall que es la obsesión del marido. “La casa era una tumba, y allí estaban nuestras angustias y sufrimientos enterrados en las ruinas”, dice la narradora en la primera escena. El recuerdo de Rebecca, la esposa anterior, acecha a Manderley y a la protagonista que vierte en su nueva situación la certeza de que ella es insignificante, porque le falta orgullo, coraje o “casta”, para estar a la altura de los De Winter. “Me pregunté cuántos serán los que sufren sin descanso porque son incapaces de vencer su propia timidez y reserva, y en su ceguera y su locura edifican una gran muralla que les impide ver la verdad”, piensa.

Y he aquí la maravilla de Rebecca: a través de un personaje que no existe perfila a una protagonista con la que los lectores podemos identificar muchas de nuestras fallas. Rebecca está muerta, pero parece materializarse en las frustraciones de la protagonista, en ciertos miedos de su esposo y en los deseos de la temible señora Danvers, el ama de llaves en donde Du Maurier actualiza el arquetipo de la bruja que aparece en los cuentos infantiles.

Existe una atmósfera en la literatura que la cinematografía no puede crear. No es que no lo “logre”, es que son lenguajes diferentes y sus efectos sobre sus lectores y públicos son definitorios de cada soporte. El lector queda embebido en las palabras que narran Rebecca de una manera que toda la genialidad audiovisual de Hitchcock no puede imitar. Du Maurier crea un personaje que se nos mete en la cabeza y ensombrece nuestra visión de la realidad, de la misma manera que hace con la narradora; Hitchcock muestra una mujer desesperada: la malquerida. Por eso celebro la vuelta a la literatura. Le agradezco a Hitchcock que convirtiera a Rebecca en un referencia clásica de mi formación artística, pero hago una reverencia frente a la escritora: ella creó un personaje que no existió y lo convirtió en la fibra moral de mis pesadillas.

 

Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora de la novela Malasangre (Anagrama, 2020), del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com

 

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