Beatriz Rodríguez: Ternura hacia lo posible, Fernando Pessoa y las geometrías del alma

Quieren creer los lisboetas que su ciudad fue fundada por Ulises poco tiempo después de haber destruido la inmortal Troya, cuando todavía andaba en tránsito entre los puertos que asistieron a sus grandes hazañas. Así lo contó Luis de Camões y seguramente así lo aprendió Fernando Pessoa antes de emprender su propio viaje hacia la poesía del pensamiento, donde su obra se convirtió en una espiral conceptual sobre la que se fueron adjuntando universos líricos dotados de vida propia. El héroe moderno se encarnaba entonces en un poeta explorador del alma humana, tomando como objeto de estudio su propio yo y deconstruyendo el sujeto lírico en distintos puertos poéticos conocidos como heterónimos.

Lo oculto es para Pessoa el lienzo sobre el que dibujar una espiral de personalidades infinitas, pues la construcción de la obra de los heterónimos no es posible estudiarla de manera lineal o diacrónica, sino que debe trazarse sobre el interés del autor por lo no dicho o incluso lo no pensado hasta concluir en una constante simpatía hacia lo posible.

Él mismo habló de sus heterónimos no como una evolución de su pensamiento, sino como un viaje, un viaje metafísico que trataba de buscar lo que no se ve y que contaba, como pensamiento filosófico, con un esquema epistemológico muy completo, en el que prácticamente podría sustituirse cada una de las principales corrientes de conocimiento: escepticismo, empirismo, racionalismo, realismo, con cada una de sus personalidades poéticas: Hay suficiente poesía en no pensar nada podría ser el verso que perfilara el centro de la espiral, allí se encuentra el Maestro Caeiro, con evidente inclinación por el epicureísmo y el estoicismo, que en una primera vuelta se topará con el neopaganismo de Antonio Mora y en una segunda con un nuevo verso, sentir todo en todos los sentidos, del brillante Álvaro de Campos: visión empírica y materialización lingüística de los procesos mentales liberados cuyo fervor rivaliza con el mejor Whitman. El trazado continua con la ilusión: sólo en la ilusión de libertad, la libertad existe y nos tumbamos con la musa Lidia en el lugar ameno de Ricardo Reis: racionalismo y clasicismo como estéticas de la evasión. Alguien que busca el azar podría encontrarse dentro de la espiral leyendo al escéptico Bernardo Soares que se situaría lo más lejos posible del ortónimo autor de el mito es la nada que lo es todo, debido a las claves simbolistas, su relación con la teosofía y la mística del sebastianismo como argumento de redención del hombre contemporáneo que ha sido fagocitado por su contexto.

Si, como decía María Zambrano, lo trágico no es otra cosa que la lucha irresoluble entre la unidad y la pluralidad, la realización de los heterónimos surgiría de la lucha entre el sujeto y su multiplicidad. Cada uno de ellos aparece en el instante exacto en el que el autor necesita escindirse de sí mismo, actuando Fernando Pessoa hombre como un simple proyector de aquellas voces inventadas, poseedoras de fecha de nacimiento y de muerte, biografías, aparato crítico y hasta cartas astrales.

Derrotada por el espejismo de la individualidad y fragmentada por las constantes incursiones entre reflexión y sensación, razón y fe, tradición y modernidad, la poesía de Fernando Pessoa narra la crisis de la contemporaneidad desde una estética que no da respuestas y que se fundamenta en la paradoja, pero que funciona como un espejo de nuestra propia conciencia, poliédrica y deforme, geometría del alma que ha de regresar a su esencia, cuando el hombre ya era hombre, pero todavía no sabía adorar al sol.

También nos queda el consuelo de mirar hacia el lado escéptico de esa figura geométrica y dejarnos llevar por Ricardo Reis, que apuntaló las bases del nihilismo para que el hiperconsciente hombre del siglo XXI pudiera permitirse mirar a otro lado, pues “cada uno tiene que asumir su destino, lo único que se nos permite es llevar con dignidad la asunción de nuestra propia muerte”.

Afortunadamente, el resto de nuestros heterónimos sigue bramando por un poco de ternura hacia lo posible.

 

Beatriz Rodríguez (@BeatrizAlas9) es autora de las novelas La vida real de Esperanza Silva (2014) y Cuando éramos ángeles (2016) y directora del Festival Internacional de Poesía de Madrid, POEMAD.

 

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