La utilidad del deseo: Juan Villoro y el ensayo

Ensayar es probar, reconocer, adiestrar, intentar, preparar. En este caso en referencia a la lectura, el pensamiento, la reflexión y la escritura. Un ensayo literario es un texto en prosa en el que su autor ejecuta, practica esos verbos, esas acciones para desplegar sus ideas sobre algún tema, desde la visión y estilo personal; es decir, la subjetividad en este caso es sustento de la escritura pero ella debe argumentar, explicar, detallar. Esto, por supuesto, es una noción general que tiene sus matices cuando leemos a sus cultores.

El ensayista, decía ese maestro del género que fue el venezolano Mariano Picón Salas, parece conciliar la poesía y la filosofía, “tiende un extraño puente entre el mundo de las imágenes y el de los conceptos, previene un poco al hombre entre las oscuras vueltas del laberinto y quiere ayudarle a buscar el agujero de salida”. Para Picón Salas el ensayista perfila y describe, busca despejar la duda, la confusión y atiende a una fórmula, que es la del ensayo: “tener algo qué decir, decirlo de modo que agite la conciencia y despierte la emoción, y en lengua tan personal y propia, que ella se bautice a sí misma”.

Me referí al principio a la lectura y el pensamiento porque para tener algo que decir el ensayista, en principio, debe ser un lector sensible, lector en el sentido amplio de la palabra, aquél que lee los textos y su tiempo; los libros y la cotidianidad; la historia, los protagonistas y sus signos. Y decirlo de modo que agite la conciencia requiere de un ejercicio de pensamiento y reflexión atento que se despliega con y en la escritura, a través de esa lengua personal y propia: con su estilo.

“El arte surge de una insatisfacción con el entorno. Identificar las imperfecciones es el primer paso para superarlas”

Juan Villoro

Al leer La utilidad del deseo, de Juan Villoro, encontramos desplegadas en sus páginas estas nociones generales sobre el ensayo y esa particularidad que el escritor mexicano ha desarrollado en su obra, esa lengua personal que se bautiza a sí misma. Esta publicación, editada por Anagrama, reúne 17 textos en los que Villoro ofrece un mapa de sus lecturas; una ruta para pensar sobre la literatura, la lectura, la escritura, la relación con la palabra y una serie de tópicos que está entre líneas en cada uno de los ensayos. Allí el lector encontrará escritos sobre Daniel Defoe, Peter Handke, Nicolái Gogol, Fiódor Mijáilovich Dostoievski, Karl Kraus, Ramón López Velarde, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, Jorge Ibargüengoitia o Carlos Monsiváis, por ejemplo, que a su vez Villoro relaciona con otros autores, con diversas lecturas. Aquí la literatura es materia para hablar de ella misma, de la lengua y de asuntos de la vida, de las personas.

Conocemos a Villoro como maestro de ese otro género híbrido, la crónica, en el que relata y reflexiona, entre otras cosas. Así sus novelas, cuentos y ensayos son el ejercicio suelto y dedicado que ya leemos en sus crónicas: en unos se entrega a la narración y en otras al ejercicio del pensamiento y la reflexión. La utilidad del deseo es una muestra del segundo caso, lo que nos ofrece el escritor es una traducción de sus asombros, porque es un lector siempre hermosamente sorprendido y de una inteligencia abrumadora.

Villoro hace en La utilidad del deseo eso que precisamente él dice apreciar en ciertos autores: crear un lenguaje privado, único, que ofrece una mirada del mundo, una interpretación de los textos, una asociación de ideas. Este es uno de esos libros que te llevan a otros libros, que azuzan la relectura, ese gesto que Borges veía como la verdadera lectura.

 

Diajanida Hernández (@diajanida) es profesora de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV), editora y periodista cultural. Cursó la licenciatura en Letras y la maestría en Estudios Literarios en la UCV. Ha escrito para el diario El Nacional, el suplemento “Papel Literario”, el portal Prodavinci, y las revistas Quimera Otra parte semanal.

 

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