La vida es una partitura en la novela Vibrato de Isabel Mellado.

“No sirvió de mucho amar lo mismo. Podíamos

haber llegado al meollo de nosotros,

pero tú dueles más que suenas…”

En la música clásica, el vibrato es una regular perturbación de sonido. La primera novela de Isabel Mellado lleva esa palabra por título, como si fuera un talismán: la síntesis de la vida de su protagonista. Vibrato. Allí explica que se trata de “una desafinación programada, una íntima fluctuación, hermosa inexactitud en la exactitud de la música”. La ficción construida por la autora chilena residenciada en España desde hace años acompaña el proceso de maduración de una violinista desde su infancia en Hispanoamérica hasta el final de su matrimonio, cuando ya ha hecho una vida en Europa. Emigrar de la Chile post-Pinochet a una Alemania recién unificada y el matrimonio fallido con un crítico musical figuran como las inexactitudes en la esperada exactitud de la partitura de la vida de Clara, quien se llama a sí misma No-Marta pues su padre la hubiera bautizado con el nombre de su amante, Marta, si su mamá no lo hubiera impedido a tiempo.

 

La soledad y el sonido.

El tema fundamental de la novela es el aislamiento, porque la relación del músico con la orquesta puede extrapolarse a la que tiene el individuo con la sociedad. Nunca nos sentimos tan solos como cuando estamos en las grandes ciudades. Por eso los cuartetos y los pares que nos relata Mellado aparecen en su novela como ensayos fallidos de la felicidad: de la amistad y de la vida conyugal que atraviesan el argumento con la rapidez del tiempo medido con un metrónomo, sin hacer mella en lo único que parece importante a Clara, No-Marta, la música: “Al comienzo Hans fue un esposo tan esposo que quiso serlo hasta de mi música, de mis libros, de mis silencios. Atiborrado de sí mismo, pretendía llenar mis compartimientos y se transformó en un esposo okupa”.

La relación entre la violinista y ese personaje anónimo y abstracto que llamamos música es fundamental en la perspectiva de Clara. “El mundo es un sonajero”, dice en la página inicial la narradora en primera persona, cuando desde su nacimiento descubre los sonidos y se refugia en ellos. Llega un momento en que la propia protagonista no sabe verse de una manera diferente que como una músico. “¡Sí que pareces una violinista! Incluso sin violín lo pareces: esos hombros de mantarraya, esas piernas, dos corcheas patizambas, esos brazos…”

 

Escenas y movimientos.

Uno los aspectos más destacados de Vibrato es la prosa florida, llena de imágenes y poética de Mellado, la cual puede ser el resultado de crecer en una familia de artistas chilenos, con una madre pintora y un padre escritor. Ese “musical” uso del lenguaje, a veces armonía, otras pizzicato y, las mejores de las veces, justamente en vibrato, no dejan inmune al lector, quien con frecuencia querrá marcar casi todas las palabras de un párrafo, en especial las usadas para describir situaciones, en las cuales hace gala de una muy desarrollada expresión kinestésica donde apela a los cinco sentidos para que quien lee no solo pueda encontrarse dentro de la situación narrada, sino que también la sienta.

En atención a la estrecha relación que también en su forma la novela establece con la música, su estructura es episódica. La mayoría de sus escenas no construyen capítulos sino movimientos, como los que conforman las partituras: partes de una composición más amplia que deben ejecutarse en sucesión unos con otros a pesar de que, como las escenas en la narrativa, tengan principio y final claramente discernibles.

 

La vida y la música.

En la vida y en la música lo único seguro es que alguna vez desafinaremos. “El vibrato también es el camuflaje de la desafinación y, dependiendo de su frecuencia, te une o te distancia de los demás en la orquesta”, se lee en las primeras páginas de la novela como si fuera una hoja de ruta para el lector, adelantando el argumento. Esa desafinación puede leerse como una sensación de extranjería que trasciende el desarraigo de la inmigrante que protagoniza la historia.

Los vacíos en la partitura de su vida que Clara llena con música ofrecen una distintiva sensación de extranjería particular del artista: la eterna insatisfacción de quien sabe que hay algo más en la vida que aquello que el presente nos impone. La descripción de la melancolía que la protagonista intenta espantar tocando resume la amalgama entre humanidad e inclinación artística que conforma el perfil de Clara, No-Marta: “Esa misma tarde decido abrir el estuche y rápidamente sucede que arco para abajo, arco para arriba y al revés, arco para abajo, arco para arriba y al revés, al revés y sobre todo al revés. Luego de muchos reveses las ruedecillas comienzan a girar nuevamente. Los dientecillos engarzan otra vez en mi carne, en el hueso hasta bien entrada la médula. La música se desencadena”. Es justo en la doble liberación que propone la palabra “desencadenar”, que provoca el movimiento de nuestras pasiones tanto como del ímpetu de la naturaleza, donde se encuentra el rastro emotivo que deja Vibrato en el lector: la liberación de una serie de emociones siguiendo la cadencia de una sinfonía.

 

Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com

 

A continuación recomendamos el mismo playlist de Spotify que señala al escritora Isabel Mallado al final de su obra: https://open.spotify.com/user/vibratoplaylist

Los videos que acompañan a la reseña se grabaron la noche de la presentación de la novela Vibrato en la librería Alberti de Madrid. Jesús Ruiz Mantilla y Ana Pellicer acompañaron a Isabel Mellado, la autora.

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