María Elena Ramos: “La belleza ilumina el instante de quien la mira”
“La belleza es algo que, cada vez,
deja más preguntas abiertas”
El libro de la belleza. Reflexiones sobre un valor esquivo de la curadora, crítico, investigadora y docente de Artes Visuales María Elena Ramos es una cuidada publicación a cargo de Turner Libros y la Fundación ArtesanoGroup. Se trata de una investigación personal, que proviene de una inquietud que acompaña a Ramos desde muy joven sobre la naturaleza de la belleza.
A partir de la pregunta ¿qué es la para ti la belleza?, apelando al fragmento, la cita y consultando diversas fuentes, la autora construyó esta obra que invita a pensar, revisar y reflexionar sobre el lugar de la belleza en el mundo, en distintos ámbitos de la vida cotidiana. El resultado es una publicación que, como señala la autora, no es sobre “estética en un sentido tradicional, pero sí la toma en cuenta, en las voces de muchos que han estudiado la belleza desde esa disciplina teórica, y en mis propias visiones de los procesos estéticos de la percepción y la creación”.
— ¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?
– El tema me ha interesado siempre, desde mucho antes de empezar a investigar en la obra de los artistas. Antes incluso de estudiar Comunicación Social o Filosofía. Años después, trabajando en los museos, se ahondó y diversificó en mí el interés. De modo tácito o explícito ha aparecido este tema en distintos ensayos que he escrito a lo largo de los años. En los noventa, dirigiendo el Museo de Bellas Artes de Caracas, propicié allí un seminario, La belleza en todas partes, al que invitamos a participar a creadores y profesionales de distintas áreas, artistas plásticos, cineastas, escritores, poetas, críticos, filósofos, políticos, médicos, psicólogos. Me atrae lo que parece a veces una contradicción inherente, pero que para mí señala una necesidad raigal, y es la pregunta: ¿qué lugar ocupa la belleza en un mundo como el que vivimos? ¿Cuánto del antiguo ideal de la belleza que eleva al ser humano es posible aun para los seres que sufren en tantas partes del mundo? ¿Cuánto pueden hacer los temples estéticos en la transformación de la realidad?
—Ante un tema tan subjetivo, ¿cómo establecer parámetros equilibrados para hablar de él?
– Tú lo has dicho, tiene mucho de subjetivo. Así, se trata de mis propios parámetros, es decir, de aquellos aspectos de la belleza que me resultaban más significativos, por eso en el libro van a aparecer desde los contactos perceptuales del humano con el mundo que lo rodea, y así lo bello de la naturaleza como una fuente que ha sido para mí permanente y esencial, hasta las distintas idealizaciones que ha recibido la belleza a lo largo de los siglos, y que me han llegado desde la infancia a partir de fuentes muy distintas: la religión, llena de alegorías y pasajes que estimulaban, como a tantos, la imaginación desde la niñez; la filosofía y la estética que me permitieron conocer después distintos modos en que el tema ha sido estudiado a través de los siglos; la música, que marcó mi infancia, a la vez como disciplina y como goce; el trabajo social después, en la comunicación, la docencia, y la actividad desde joven en las instituciones de la cultura, lo que daba al interés en la belleza una dimensión que no se quería sólo estética sino que necesitaba incorporar una faceta ética, y a veces también política.
En cuanto a la estructura del libro hay algunos parámetros. Tres grandes bloques lo integran: primeramente Las construcciones de la belleza, con una reflexión sobre los modos positivos, desde el entusiasmo y la celebración de la belleza (que eleva, edifica o enamora). Una segunda parte, titulada Las negaciones a la belleza, está integrada en cambio por una mirada más dudosa y descreída, que en la modernidad ha intentado desmontar los modos clásicos, o al menos fragilizarlos desde las elaboraciones de la razón crítica. Y allí vemos que, cuando se da más espacio a la razón, se amplían también las razones, tanto para negar los valores conocidos de lo bello como para encontrar belleza en lo antes impensable. Son quiebres escépticos, en los que se producen sustituciones: de lo emocional por lo conceptual; de lo bello por lo sublime o por lo monstruoso. Una última parte del libro nos enfrenta con el tema ya como seres de este tiempo, en una crítica a la crítica escéptica que es una búsqueda por comprender y rescatar, aun en medio del sufrimiento humano actual, las razones que mantienen la vigencia de la belleza como un valor, tanto para el individuo como para la sociedad.
El libro se constituye sobre el fragmento y la cita, un modo estructuralmente afín a la realidad de nuestro tiempo. Así, aspiro a que resulte para cada lector como una lectura lenta, hecha poco a poco, acompañada de muchas voces. Y, al estar construido con tan diversas citas, el tema se multiplica en las más distintas percepciones, los más variados territorios y los énfasis más diversos.
“Me atrae lo que parece a veces una contradicción inherente, pero que para mí señala una necesidad raigal, y es la pregunta: ¿qué lugar ocupa la belleza en un mundo como el que vivimos?”
—¿Una de las razones de lo esquivo de la belleza podría ser la recepción o las múltiples miradas hacia la belleza?
– La belleza ilumina el instante de quien la mira (desde un paisaje, una obra de arte, un objeto o un rostro) pero a la vez mantiene, y esto para cada perceptor, un ámbito de misterio que le es propio, que no puede ser definido con palabras, pero sí sentido intensamente, y sentido doblemente: tanto de modo sensorial como de modo espiritual (aunque no hagamos esas divisiones cuando la estamos percibiendo). Podría parecer paradójico (aunque no lo es) que, siendo el encuentro con lo bello algo tan directo e inmediato para los sentidos, sea a la vez algo tan complejo para su análisis o definición. Por eso vemos en el libro autores de distintos tiempos que se refieren a la belleza como indescriptible. Y dice el poeta Rafael Cadenas, respondiendo a mi pregunta: ¿qué es para ti la belleza?: “Podemos definir un objeto bello, señalar sus componentes, precisar qué nos mueve a considerarlo como tal, pero eso es imposible hacerlo con la belleza. A esta solamente la percibimos, la reconocemos, la sentimos, nos es dable decir: aquí está, cuando se nos aparece, aunque no sabemos qué es. Lo mismo ocurre con el poema y la poesía. Sólo de aquel se puede hablar”.
— Antonio Muñoz Molina dice en el prólogo del libro que la belleza es un lujo común, ¿por qué entonces nos sigue siendo tan esquiva?
– Precisamente esa frase quiere evidenciar una paradoja que es solo aparente. Los lujos suelen ser privilegios, y los privilegios no son para todos, por eso se llaman privilegios. Pero he aquí que se dice que la belleza es lujo y, a la vez, que es posible para todos. La frase quiere hacer ver que la belleza es ese privilegio al que cualquiera y todos, en cualquier momento, podemos acceder.
—En el libro se encuentra la idea de que la belleza puede salvarnos, que surgió como parte de eso que llama la “escalada platónica”, ¿hoy podríamos sostener esa idea? Y si efectivamente es así, ¿de qué forma nos podría salvar la belleza?
– El tema es amplio y la idea de salvar puede referirse a distintos ámbitos. En un sentido cercano y concreto, quienes trabajamos en la cultura, y en la educación sabemos de primera fuente que al estimular la sensibilidad, la creatividad y el contacto con las formas estéticas logradas, es posible recuperar niños, jóvenes y adultos que han sido explotados y deprimidos. Eso es una realidad, compartida por gestores culturales en muchos países. En un sentido más amplio, parece haber una relación directa entre la capacidad de encontrar belleza –en el mundo, en los otros o en sí mismo- y la resiliencia, una característica humana muy antigua pero de interés científico reciente, según la cual se responde ante la adversidad con coraje para no dejarse abatir, con esperanza y alegría, y sobre todo con capacidad productiva: para hacer y transformar. Cito una frase de Mercedes Pulido cuando participó en el Seminario La belleza en todas partes, en el MBA de Caracas: “Se necesita belleza frente al desgaste de la sobrevivencia”. Una frase sencilla pero contundente.
“Podría parecer paradójico (aunque no lo es) que, siendo el encuentro con lo bello algo tan directo e inmediato para los sentidos, sea a la vez algo tan complejo para su análisis o definición”
—Después de hacer este libro, ¿qué es la belleza para usted?
Algo que, cada vez, deja más preguntas abiertas. Pero algo que me llega, cada vez más, con indudable certeza.
— En la Filbo participará en un foro sobre la belleza y lo monstruoso a partir de un cuento de Mariana Enríquez, ¿nos podría hablar un poco de ese tema?
– Los libros de cuentos de Mariana Enríquez, Los peligros de fumar en la cama y Las cosas que perdimos en el fuego, reúnen, en un mismo relato –y hasta en un mismo personaje literario– a lo bello y lo monstruoso en figuras nuevas, engendros desfigurados por la literatura, pero también por la violencia real recibida en todo el mundo por las mujeres y, después aquí, por la decisión literaria de una violencia autoinfligida. En la segunda parte de mi libro, “Las negaciones a la belleza”, otras formas comparten terreno con lo bello, así lo feo, lo terrible, lo monstruoso, lo sublime, lo bizarro, lo grotesco. Uno de los temas que desarrollé allí es el de los sentimientos como el rencor y el resentimiento contra lo bello; o como el miedo, las vergüenzas y los complejos de culpa por lo bello.
Los relatos de Enríquez encarnan la temática de la belleza transgredida en un punto esencial, que es el giro “de género”. No se trata entonces de cualquier belleza en el arte o en el mundo la que se enfrenta allí. Es esencialmente la belleza de la mujer, con su fragilidad y su fuerza, con su peligro, pues sabemos que muchas veces su belleza física es, precisamente, la fuente de sus padecimientos. Los libros de Enríquez encarnan en personajes sufrientes esos otros temas que afectan a lo bello, en general, pero que se hacen particularmente visibles cuando la mujer es quien protagoniza. Allí se evidencia que una de las consecuencias del miedo a lo bello puede ser precisamente la generación de la violencia.
Diajanida Hernández (@diajanida) es profesora de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV), editora y periodista cultural. Cursó la licenciatura en Letras y la maestría en Estudios Literarios en la UCV. Ha escrito para el diario El Nacional, el suplemento “Papel Literario”, el portal Prodavinci, y las revistas Quimera y Otra parte semanal.
La fotografía de María Elena Ramos que acompaña esta entrevista es de Luis Brito.